martes, 15 de enero de 2008

AVENTURA EN LA PATAGONIA


AVENTURA EN LA
PATAGONIA


LOS GLACIARES Y TORRES DEL PAINE

Participantes:Marta Matos, Juana Frontera de Fogel y Edilia C. de Borges
Diciembre 2007


Mis amigas y yo queríamos cerrar el inventario de nuestras excursiones del año con otra diferente para nosotras, impactante , así que planificamos irnos al centro del hielo en Argentina, a La Patagonia. Disfrutamos con nuestras familias de la nochebuena del 24 y después de unos días partimos desde Maiquetía a la ciudad de Buenos Aires. En el aeropuerto Internacional Ezeiza ya nos esperaban con sendos carteles con nuestros nombres los chóferes que nos trasladarían al hotel reservado en el centro de la capital. Dos días estuvimos allí y aunque yo ya había estado dos veces anteriormente, me divirtió servir de cicerone a mis amigas, recorriendo los lugares turísticos usuales, como la Av. Corrientes con su alto obelisco, la plaza de las madres de mayo, la Casa Rosada , plaza de San Martín con una estatua monumental de grande de éste prócer y no podía faltar el sector de La Recoleta donde fuimos al cementerio a ver las tumbas de Gardel y de Eva Perón, aprovechando de hacer algunas compritas en sus Centros Comerciales muy modernos y bien surtidos. El día 29 nos fue a buscar nuestro transporte para llevarnos al aeropuerto doméstico Jorge Newberry donde tomaríamos un avión con destino a la ciudad de El Calafate. Fue un viaje tranquilo de varias horas. Pronto a aterrizar desde la ventanilla del avión, pude divisar extensas zonas de tierra agreste de color marrón y ocre con poco de verde y la larga huella de una carretera que serpenteando en ella se extendía en el horizonte.














Aquí en este aeropuerto pequeño pero de gran movimiento, también nos estaban esperando nuestros anfitriones: coordinador, guía y chofer. En una camioneta Van junto con otras sonrientes personas que nos acompañarían en nuestra aventura, nos trasladaron a la ciudad donde fuimos distribuidos en diferentes hoteles según las reservas de alojamiento contratadas. Nosotras nos alojamos en el Hostal Los Pioneros, sin muchas pretensiones pero bastante amplio, limpio y organizado, con un clima de total camaradería entre los hospedados y una babel de conversaciones que aturdía. Nos dieron una habitación sencilla de 4 literas, al rato se nos unió una muy joven simpática española de nombre Noelia, con apenas una semana de casada, pero que por razones de planificación en el hostal su recién flamante marido estaba en otra habitación con los hombres. Nos bastó muy breve tiempo para que Noelia se hiciese nuestra “compinche”.¡Ála, vamos , vale!.

Esa noche la cena de bienvenida por parte de nuestros anfitriones fue en un restaurante a 1 km de distancia del hostal a donde fuimos caminando. Comprobé el choque brusco de la temperatura al salir del ambiente calientito del hostal al frío brutal helado de la calle, el fuerte viento en ráfagas me hizo “bambolear” varias veces. Susto, no quise ni pensar como sería en la montaña. El restaurante construido en madera era acogedor y desde sus ventanales amplios de cristal, se divisaba parte del Lago Argentino. Fue una cena cordial donde nos presentamos unos a otros y entre diversas edades y varias nacionalidades sumábamos 18 personas.
Al otro día desayunamos en “El punto de encuentro”, un pequeño restaurante ubicado dentro de los predios del hostal. Para mi sorpresa toda la comida era bastante diferente a lo que acostumbraba: Medias lunas (pan dulce con esa forma), mermelada , dulce de leche, manteca (mantequilla), y café con leche, que nunca pude hacerlo llegar a mi gusto. Pero es así, “donde fueres come lo que hubiere”.
Luego del desayuno nos dirigimos en bus a El Chaltén, un pequeño y pintoresco pueblo cordillerano al pié del Cerro Fitz Roy, recorrimos unos 220 kms a través de la estepa patagónica. Ésta es un ambiente árido, la vegetación está compuesta de plantas adaptadas a condiciones de escasa humedad y fuertes vientos.

Arbustos de pequeña altura, espinos de forma globosa junto con pastos de hojas duras proveen cierta protección al suelo evitando la erosión, además de servir de alimento a los ”guanacos” (mamíferos parientes de la llama, la vicuña y el ñandú petiso). Sobrevuela el cóndor, el águila y el carrancho; lagartijas y matuastos se asolean en los roquedales. Nos detenemos en un parador de campo donde saboreamos tortas caseras y dulces artesanales. Frente a él corre con fuerza un riachuelo cristalino y desde ese punto tuve una inmejorable visión del Lago Viedma. Los fuertes vientos siempre presentes.
En una vuelta del camino. Nos encontramos de pronto con una hermosísima visión de montañas nevadas y hasta un glaciar. Ya estamos en territorio del Parque Nacional Los Glaciares, a lo lejos diviso las casitas del pueblo El Chaltén.
Nos detenemos en el Centro de Visitantes de Imparques, acá los guardaparques nos dictan una interesante charla informativa de recomendaciones e instrucciones relacionada a nuestra permanencia en el parque, nos entregan folletos y bolsas plásticas para la basura. Seguimos nuestro recorrido hasta llegar a otro hostal, conocemos a quien será nuestro guía: Juan Pablo, almorzamos y oímos sus instrucciones. Dejaremos aquí parte de nuestro equipaje y ya listos llevándonos solamente lo indispensable para tres días de marcha durante los cuales nos alojaremos en campamentos, comenzamos nuestra caminata.














Desde las afueras del pueblo fueron 3 horas en subida por senderos que faldean el río de Las Vueltas hasta los primeros miradores del cerro Fitz Roy, nos acercamos a la laguna de Los Patos. Una encantadora caminata enmarcada en un entorno natural pleno de aromas y colores, la imponencia del paisaje y su magnitud cuyo telón de fondo son las soberbias montañas nevadas, me invitan a una silenciosa contemplación. Durante el trayecto nos detenemos en distintos miradores para disfrutar de “increíbles vistas panorámicas hacia ríos, lagunas, cerros y picos nevados. Arribamos a nuestro primer campamento de la “Laguna Capri”, premontado con carpas de tipo iglú de fuerte color amarillo, con un saco para dormir y ropa personal de cama, tienda comedor con toda su vajilla e implementos completos ¿nevera.?, no hacía falta, cocina y sanitarios. Nos recibieron gentilmente Macarena y dos jóvenes más, nos hicieron pasar a la tienda comedor ofreciéndonos galletas dulces y café caliente o jugo de frutas. Luego nos asignaron las carpas. El frío se hacía sentir. Recorrimos un poco el lugar admirando de cerca la laguna de aguas quietas y profundas. Cenamos temprano para descansar durmiendo de las sorpresas del día.














Aquí en el mejor restaurante del mundo para mí almorzamos y luego bajamos para reunirnos con el resto de los amigos y desandar el sendero hasta nuestro campamento.
Una muy pequeña biblioteca en una mesa de la tienda comedor, encontré en ella una joya de libro, su título “El último aliento” autor Meter Stark, Editorial Planeta,cuya lectura amena e interesante consumió todas las pilas de mi linterna en varias horas. Se lo recomiendo a quien le guste este género de deporte extremo. Esa noche era 31 de diciembre, nuestra cena fue bastante divertida ya que había que celebrar la partida del año viejo y la entrada del nuevo.
Argentina acababa de ajustar su huso horario, no recuerdo si para antes o después de la hora venezolana, pero además algunos otros países estaban representados aquí, así que la hora cumbre fue diferente para todos, pero no importó cada vez que alguno de nosotros señalaba que en su país eran las doce, levantábamos las copas plásticas conteniendo rico vino champañizado y brindábamos democráticamente, así celebramos todos y también tuve la grata sorpresa de que celebraran mi cumpleaños, alguien se le escapó el datico. Confituras, vino y exquisiteces extraídas de varias mochilas constituyeron el condumio general. Emotivamente divertido.
Por la mañana rodeamos la laguna Capri y seguimos el sendero que corre por el Valle de las lagunas Madre e Hija. Atravesamos un espeso bosque, zona de transición (ecotono) en la que se encuentran especies típicas del bosque conviviendo con otras características de la estepa. Grupos de Ñires y Lengas (árboles) se intercalan entre matorrales de Calafate (fruto dulce pequeño y de color con sabor a mora, quien lo come seguro regresa a la región) comí muchos. Tuve la suerte de ver y oír el canto de un Pitio, pájaro carpintero. Bajamos al Valle del Cerro Torre por donde corre el río Fitz Roy que remontamos hasta su nacimiento en la Laguna Torre. En ella observamos un iceberg traslúcido desprendido del glaciar y una pareja de paticos nadando en las frígidas aguas. Caía la nieve en copos pequeños. El escenario lo completaba el impresionante grupo de agujas de Cerro Torre con sus 3.128 metros de altitud. Hicimos campamento en las orillas de la Laguna Torre.
Por la mañana recorrimos la cercanía de la laguna con vistas del Cerro Solo y el glaciar Adela. Algunos compañeros extendieron la excursión pasando el brioso y gélido río colgados de una tirolina e incorporando el uso de grampones a sus botas, se disponían a caminar sobre el glaciar del cerro y acceder a vistas más cercanas de las paredes verticales de éste. No me atreví a tamaña hazaña, no creo tener afinidad con las focas .
Con otras amigas rehusamos la oferta y luego de fotografiar a los amigos en su pase por la tirolina, esperamos un poco para ver la cumbre del Cerro Torre, que no se descubrió nunca, envuelta en algodones blanquísimos de nubes. En vista de ello proseguimos nuestra caminata esta vez dándole la vuelta a la zona, por preciosos sitios boscosos llegamos a nuestro campamento. Recogimos nuestras cosas sin esperar a los otros que regresarían tarde y caminamos rumbo a El Chaltén, lo hicimos por otro camino que nos permitió vistas del cañón profundo del río Fitz Roy que nace en la laguna Torre, atravesando bosques umbríos de árboles retorcidos o caídos por los fuertes vientos, arracimadas como en un círculo montones de margaritas blancas o amarillas se lucían frente al radiante sol. Fue un descenso de 3 horas sumamente agradable.
Ya en El Chaltén y teniendo éste día libre optamos por contratar una excursión particular esta vez al Glaciar Viedma el más grande de Argentina. Muy temprano en la mañana nos fueron a buscar en una camioneta que ya traía otros pasajeros, nos llevaron al puerto de embarque a la orilla del Lago Viedma ya que sólo navegando se puede acceder al glaciar. Nos bebimos un café caliente y con nuestros pases en la mano subimos al catamarán que en 45 minutos nos trasladó hasta las orillas del glaciar. Desembarcamos con precaución en un promontorio que forma una morrena rocosa frente al mismo, cuidadosamente subimos por las resbalosas rocas y al término de ellas, cosa de 20 minutos, el guía nos explicó las directrices para la travesía sobre el hielo, nos colocamos los grampones y en fila comenzamos la ascensión que duró 2 horas y media sobre el fantástico glaciar pasando entre sumideros, grietas y cuevas. Casi al término de la caminata nos sentamos en heladas piedras sobre la fría nieve y nos fue ofrecido por parte de los organizadores de la travesía, sendos tragos de un rico y dulce licor, brindando por nuestra travesía, sin caídas ni sorpresas desagradables.














Algunos precavidos habían llevado consigo en sus mochilas el almuerzo, los que no, como yo, tuvimos que almorzar en el barco que también resultó divertido. Mientras navegábamos de vuelta, el hermoso paisaje me impulsó a subir a la cubierta sin embargo el frío y los vientos eran tan fuertes, que hube de regresar pronto a la calientica cabina. En la tarde regresamos al Chaltén.
Al otro día luego del desayuno salimos en bus hacia la provincia de Magallanes, área donde se encuentra el glaciar Perito Moreno, éste turístico sitio se ha acondicionado con servicios y restaurantes de forma tal que realizando cortas caminatas bajando y subiendo escaleras de madera, podemos apreciar el Canal de los Témpanos y obtener vistas hermosas, lo vemos en su totalidad de altura. Regularmente hay rupturas de pequeños y grandes bloques de hielo que se desprenden de las paredes frontales de más de 60 metros de altura. Disfruté sacando fotografías. Al atardecer regresamos al Calafate.















Siendo verano no nos dábamos cuenta del pasar de las horas, eran las 10.30 p.m. y todavía el sol brillaba, para comprobarlo tomé algunas fotos. Hambrientas por todas las energías consumidas ese día, sin sueño ni cansancio recorrimos la ciudad en busca de un restaurante con comida típica, pero nos fue difícil hallarlo porque todo tiene que ser con reserva. Sin embargo subimos una colina donde se vislumbraba una casa hermosa, hasta allá llegamos y resultó ser un restaurante acogedor y apacible, cuya dueña con gentileza nos dio la bienvenida, con la hermosa vista del lago Argentino, la suave calefacción, la atención delicada de la mesera, la exquisita comida y el generoso vino artesanal de la zona, fueron el marco para un delicioso banquete especial de guerreras.













Nuestra alegría y algaraza era tal que hasta el dueño del lugar nos pidió tomar fotografías de recuerdo, aunque aquí entre nos. Creo que quería que desalojásemos el local por reír tanto. Que se le hace, la pasábamos muy bien.
Al día siguiente después de desayunar salimos con todos nuestros bártulos de Calafate a través de una carretera de bellas vistas de la estepa patagónica, vimos grupos o solitarios guanacos pequeños o grandes no son nada tímidos, más bien altaneros de andar elegante, se dejan fotografíar. Una tranquila águila mora en apacible vuelo. A las 4 horas de recorrido llegamos a “Cancha Carrera” cruce de la frontera entre Argentina y Chile, donde hubimos de presentar nuestras credenciales y aceptar la revisión de nuestro equipaje. Al continuar nuestra marcha ingresamos ahora al Parque Nacional Torres del Paine (patrimonio de la humanidad nombrado por la Unesco , región de Magallanes y Antártica Chilena, declarado Reserva de Biosfera también por la Unesco el 28.4.78 con superficie de 181.414 ha-) El macizo del Paine conforma un pequeño sistema montañoso independiente de los Andes Patagónicos, el último episodio glacial más el clima que sigue erosionando la roca ha esculpido el macizo en forma impresionante como se ve hoy.
Presenta una infraestructura para la realización de diferentes actividades recreativas, se destaca el excursionismo para lo cual cuenta con 200 km de senderos distribuidos en diferentes áreas, allí se descubre y visita las maravillas que encontramos en varios valles. Durante el trayecto vimos panoramas del Lago Nordenskjold, nos bajamos a la orilla de la Laguna Amarga de aguas salobres donde encontramos un pequeño zorrillo de pelaje amarillento, los cuernos del Paine (montañas nevadas), nuestro guía también nos llevó a ver una hermosa cascada: “El Salto Grande” entramos por una desviación de la carretera, seguimos caminando un angosto caminito bordeando el lago y la vimos de muy cerca en un mirador resguardado por barandas, con bastante fuerza cae el agua desde lo alto, proseguimos caminando más adentro hacia la montaña hasta un mirador ubicado en una colina no muy alta pero desde donde se ven “Los Cuernos del Paine” en primera fila, una vista excelente y afortunadamente estaba todo despejado así que disfrutamos hasta “el piquito” de ellas, pasado un buen rato nos dirigimos hasta el lago Pehoé donde está nuestro nuevo campamento.
Al otro día temprano en la mañana cruzamos en barco el Lago Pohoé desde Puerto Pudeto y en 40 minutos estuvimos en la zona del Refugio Pehoé, desde allí caminando nos fuimos al Valle Francés, hermoso valle de montaña que desciende desde el interior del macizo hacia el lago Nordenskjold flanqueado por los Cuernos del Paine (montañas nevadas en forma de dos cuernos independientes con una misma base) además del impresionante Paine Grande de 3.050 m al oeste. Remontamos el valle hasta los miradores espectaculares.


Subimos una larga morrena de piedras sueltas y cortantes y a su término encontramos el anfiteatro natural rodeado de algunas de las agujas y paredes más espectaculares del macizo: Cuernos, Espada, Hoja, Aleta de Tiburón, Catedral, Paine Grande, son nombres que se les ha adjudicado a las agujas por semejanza. Largo rato estuvimos sentadas esperando pasivamente que las nubes que cubrían la cima de las Agujas de las Torres del Paine se disiparan y nos permitieran tener una visión total, pero lamentablemente fue imposible, no levantaron las nubes, persistiendo el misterio de sus cumbres.
Sin embargo, el bosque y la presencia de los glaciares colgantes que desde el Paine Grande provocan continuamente caída de nieve y hielo, dan un toque misterioso a esta caminata.
Descendemos por el mismo camino bordeando el Lago Skottberc y llegando al nuevo campamento junto al Refugio Pehoé. Fueron 7 horas de camino.
Este nuevo día lo dedicamos a visitar el Valle del Lago Grey y el imponente glacial del mismo nombre, desandando el Campo de Hielo Patagónico cae al lago en su extremo norte, entre bosques de lengas y morrenas. Éste lago de aguas grises se caracteriza porque en él caen continuamente témpanos azules que navegan por el viento rumbo sur.
El sendero que seguimos nos lleva a un impresionante glaciar y las montañas que emergen al oeste del Campo de Hielo, continuando ahora estamos en otro mirador justo enfrente del glaciar, todo ello caminando a través de matorral andino y bosques de lengas a la sombra de imponentes hongos de hielo que tapizan la cumbre del Paine Grande, por cuyas faldas caminamos por 8 horas y al final del día cruzamos de nuevo en barco el Lago Pehoé para después subirnos a nuestro bus y que nos trasladasen al nuevo alojamiento en hostal en Puerto Natales.














De esta pequeña ciudad salimos temprano dirigiéndonos a El Calafate, no sin antes despedirnos con cierta nostalgia de los amigos que seguían rumbo a la ciudad última de la Patagonia , Ushuaia.
Al llegar a El Calafate nos trasladamos a nuestro alojamiento utilizando el resto del día en recorrer la moderna, dinámica y simpática ciudad, haciendo algunas compras. En la noche todos los que quedamos, incluyendo guía, coordinador y chofer, nos reunimos en un restaurante local para despedirnos degustando una deliciosa cena.
Al otro día nos fueron a buscar a mis amigas y yo para trasladarnos al aeropuerto de El Calafate y de allí a Buenos Aires. Ya en la capital en el mismo hotel donde llegamos originalmente y dejado parte de nuestro equipaje, nos deleitamos muchísimo tiempo bañándonos con agua caliente y espumoso y oloroso jabón de tocador. ¡Que delicia, la civilización!, aseadítas y perfumadas salimos a recorrer la ciudad y a cenar en un restaurante típico donde la especialidad es la parrilla argentina con cordero, mientras comíamos disfrutamos del show que un cantor arrabalero y dos parejas de tango ofrecían a los comensales.
Con nuestras maletas en el aeropuerto internacional, se nos empañó un poco nuestra alegría ya que por motivos de huelga del personal de la aerolínea, los vuelos estaban atrasados o suspendidos, así felizmente, sólo porque a ellos les favorecía el armar revuelo ante la opinión pública para su causa. Debíamos estar en Caracas el viernes 11 y llegamos el domingo 13. Pero no importa éste desagradable incidente no bastó para borrar de nuestras mentes todo lo visto, admirado y vivido durante estos días pasados. Increíbles, extraños y maravillosos paisajes, congeniando con lugareños amables y cordiales, entre frío, nieve, vientos, ríos, lagos, montañas, estepas, bosques y glaciares y la inmensa satisfacción de compartirlo entre amigos.




















Nos vemos en la próxima,
Edilia C. de Borges
Fotografías: Juana Frontera de Fogel
Texto: Edilia C. de Borges